
A sus 77 años, Glenys Coope ha retomado su pasión: los tatuajes. Le encantan, sobre todo, los de vampiros y hombres lobos.
"Escondí mis tatuajes para no ser despedida"
A su marido, en cambio, no le gustaban nada. Cuando se casaron, le pidió que se quitara varios y hasta pagó por las cirugías.
"Mis tatuajes me recuerdan quién era antes de ser madre"
Pero, desde que falleció, Coope ha vuelto a tatuarse.
Fuente: Ecuavisa