(Guayaquil, 7 de noviembre).- El 7 de noviembre de 2001 está registrado con letras de oro en el libro histórico del deporte ecuatoriano y de manera especial, en el del fútbol tricolor.
Coincidentemente también fue un miércoles, como hoy, cuando sobre el verde gramado del estadio Olímpico Atahualpa, la Tri se jugaba su último chance para hacer realidad el ansiado sueño, echar al tacho de basura la frustración de 41 años y clasificar por primera ocasión a una Copa del Mundo, la de Corea y Japón 2002.
Uruguay fue el rival. Los charrúas venían también con el firme propósito de obtener la clasificación directa a la cita mundialista, teniendo en sus filas a consagradas figuras como Paolo Montero, Dario Silva, Álvaro Recoba, Fabián Carini, entre otros.
Los 45 aficionados que asistieron al Olímpico capitalino no se amilanaron cuando a los 43 minutos del primer tiempo Nicolás Olivera, desde el machón penal, anotó a favor de la celeste. Por el contrario, el gol en contra multiplicó el aliento desde las gradas y fue así como la Tri ejerció mayor dominio sobre el terreno de juego.
Las acciones en contra de la puerta custodiada por Fabian Carini se multiplicaban. Ecuador estaba totalmente volcado en ataque, pero los uruguayos tampoco aflojaban, sabían que necesitaban aumentar la diferencia para de esta manera asegurar la clasificación que momentáneamente estaba en sus manos.
Se jugaban 72 minutos, cuando un centro preciso desde el borde del área impulsado por Álex Darío Aguinaga; fue conectado a la perfección por Jaime Iván Kaviedes que la puso de cabeza en un ángulo imposible para el portero Carini. Se dio el empate y el territorio ecuatoriano se convirtió en un manicomio gigante, todo el mundo festejaba, las oraciones y las gracias a Dios se multiplicaban.
Transcurrieron los minutos y cuando el árbitro Felipe Ramos hizo sonar su silbato determinando la finalización del cotejo, la locura se convirtió en delirio, Ecuador había clasificado al primer mundial de su historia.
EL BOLILLO, EL GRAN RESPONSABLE
Sin lugar a dudas que el gran responsable de la clasificación tricolor fue Hernán Darío Gómez, técnico con una mística especial y que además supo imponer su criterio para estructurar un equipo cuya principal virtud fue la férrea unidad dentro y fuera de la cancha.
Lic. Víctor Mestanza Aspiazu
Jefe de Prensa
Federación Ecuatoriana de Fútbol
FUENTE: Ecuafutbol.org