Chespirito llega a su emotivo final y deja a Quico como el villano más plano de todos
- Maritza Valencia
- 25 jul
- 5 Min. de lectura
Una vez más, Margarita Ruiz le insiste a su amado Roberto Gómez Bolaños en vivir su relación más allá de las responsabilidades. ‘Seguir lo que dicta el corazón’, dirían algunos. Una parte de esa trama trágica ocurrió en el capítulo anterior de la serie “Chespirito: sin querer queriendo”. Pero el final, que debía ser el más conmovedor y sorprendente, prefiere cantarle a su público: “Vive feliz ahora, mientras puedes / Tal vez mañana no tengas tiempo / Para sentirse despertar”. Porque “Vive”, de José María Napoleón, compagina perfecto con la vida de Roberto Gómez Bolaños en el final de la primera temporada de la serie biográfica.

El primer episodio de la serie inició en Bogotá, 1981, cuando Roberto Gómez Bolaños se sentía completamente vulnerable, pero nadie sabía por qué. El episodio final responde a la duda, tras ocho semanas de recapitulación, por sus hijos Roberto y Paulina Gómez Fernández, productores de la serie, la intimidad de su padre. Rodrigo Santos, showrunner de la serie, dirige el episodio final, donde tenemos a un hombre atrapado entre el éxito desbordante y un remordimiento que ya no puede ocultar, ni siquiera detrás de su sonrisa más entrenada para su masivo público. Finalmente, su familia nuclear, Graciela y sus seis hijos, está destruida; y por si fuera poco, los pleitos en su hogar televisivo están llevando a la vecindad de “El Chavo del 8” a sus últimos días.

Como era de esperarse, Santos, que además dirigió otros episodios de la serie, mantiene el tono de la película “Big Fish” (2003), como dijo en una entrevista con El País de España. Es decir, quiere hacer un homenaje al padre de la familia Gómez Bolaños, hablando de su caos interno y agregando un toque fantástico, lo cual funciona bien con la mente creativa del genio de Televisa. El episodio recuerda: “Los programas de Chespirito se transmitieron de manera ininterrumpida por 50 años en más de 90 países en 50 idiomas. Escribió 690 capítulos de televisión, 20 películas, tres obras de teatro, tres telenovelas y tres libros. Chespirito creó más de 100 personajes e impacto en audiencia a más de 1000 millones de personas a nivel mundial. Sus eventos en vivo atrajeron a más de 9 millones de asistentes”.

El capítulo 8 se centra, en gran parte, en las consecuencias de una fama que desbordó a Bolaños en todo: su hogar, su matrimonio, su libertad emocional. Desde el inicio, se pone en evidencia la presión que ejercía Margarita Ruiz, personaje de Florinda Meza, sobre él y la indecisión del genio para dejar a su esposa Graciela. En ese conflicto, este final intenta no dejar a nadie como el villano absoluto, como si la infidelidad con la actriz que interpretaba a Doña Florinda fuera una realidad que se daría tarde o temprano. Como si la rutina doméstica de su hogar se hubiera agotado y hubiera un amor real con la actriz.

Uno de los ejes del capítulo es “El Chanfle”, de 1979, película que marca una nueva etapa para Chespirito. Como el resto de escenas donde Roberto tiene una idea, Pablo Cruz, actor que lo interpreta, tiene ese momento de revelación. Repentinamente, la idea de escribir una historia sobre fútbol en el estadio del Club América, equipo favorito de Bolaños, llega al ver a sus hijos jugar con una pelota en el jardín de su casa. Sin embargo, el problema viene después. Como ocurre en el filme real, él escribe un romance entre el personaje de Florinda Meza y el suyo; algo que hizo sin (o con) remordimiento de mostrar en el cine la fantasía de ver a la actriz embarazada de un hijo suyo, cuando todavía estaba casado con Graciela.
Fuera del eje del capítulo, está la salida de Ramón Valdés (Miguel Islas) del programa de Chespirito. A diferencia de las versiones públicas, la serie revela que Don Ramón, en realidad, no quería irse. Fue una despedida triste a la que se vio forzado, sin convicción. Quico (Juan Lencada), el villano más plano de toda Latinoamérica unida, surge a lo largo de la serie para orquestar la debacle del “programa número 1 de la televisión humorística”, cuando la arrogancia y la ambición ganan en su vida.

Además que la serie explica la separación de Graciela y Roberto como producto de un tercero en discordia, también repasa los conflictos en un entorno cada vez más ajeno a la vida íntima de Roberto. Se le vienen encima el peso de la fama, la constante demanda del público, los horarios imposibles, las decisiones del canal de televisión, y la sensación de ya no pertenecer a su propio hogar.
A lo largo de un año separado de su esposa, Roberto se reconecta con sus hermanos, Horacio y Rubén Gómez Bolaños, y entiende que su identidad no solo se construía en su rol de padre, esposo o escritor, sino también desde sus orígenes. Graciela, por su parte, adopta una posición profundamente humana: no hay reproches, solo lucidez. Esto viene de un guion escrito por sus hijos, quienes hacen una reverencia a su madre con un personaje que es prácticamente una santa. Incluso ella, con dolor y madurez, le dice a Roberto: “Sigue tu corazón”. Esto corresponde a la histórico género de rupturas amorosas, como en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, donde esa relación se viviría mil veces y siempre terminaría a causa de Margarita Ruiz. Porque, en las grandes historias de amor, a veces, el amor no basta.
En paralelo, justificando en cierta medida su comportamiento, Florinda Meza deja de ser la villana y se convierte en símbolo de renacimiento. La serie no profundiza demasiado en los aspectos polémicos, como el distanciamiento con Enrique Segoviano, con quien aparentemente no volvió a hablar, o la ausencia de personajes clave como Angelines Fernández y María Antonieta de las Nieves. Tampoco da respuestas definitivas sobre los hijos de Chespirito, quienes, aunque mencionados, continúan siendo figuras casi invisibles. Porque lo más importante de esta biografía hecha fantasía es la misión de sacar adelante las creaciones de un genio del humor, mientras él mismo se derrumba.
Pero, como los humanos muchas veces son como el ave fénix, la canción de José María Napoleón calza excelente con la historia de Chespirito. Este personaje renace en un nuevo capítulo de su vida, donde poco espacio queda para una siguiente temporada de la serie. Aunque el final parece conclusivo, todavía se siente algo desabrido, como si hubiera sido uno más del montón. Esto ocurre, sobre todo, cuando el director Rodrigo Santos, como lo hizo en su serie homenaje a México, “Belascoarán” (2022), recurre al cliché del ‘final feliz’ donde el protagonista narra con voz omnipresente una reflexión sobre lo difícil que fue su camino.
El episodio 8 de “Chespirito: sin querer queriendo” no busca redimir ni condenar, sino mostrar el lado humano de aquel que cargó con pérdidas, contradicciones y momentos de lucidez. Como si, antes de morir a los 85 años, a Roberto Gómez Bolaños se le hubiera “chispoteado” la vida entera. Porque en cada error, en cada vacío que no supo llenar, simplemente vivió. Tal vez, por eso, ahora entendemos mejor el título de su autobiografía “Sin querer queriendo”. "Diario El Comercio. Todos los derechos reservados."
(PC)
Fuente: El Comercio

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