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Donald Trump cambia hasta la Coca Cola

  • Foto del escritor: Maritza Valencia
    Maritza Valencia
  • 17 jul
  • 3 Min. de lectura
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Donald Trump se bebe una Coca-Cola light en una imagen de archivo ) Lynne Sladky / Ap-LaPresse


El presidente de los Estados Unidos anuncia que la bebida se elaborará con azúcar de caña real


Sus obsesiones son una herencia de ese pasado de Estados Unidos, a mediados del siglo XX, que considera glorioso y al que parece estar empeñado en regresar, como si todo el monte hubiera sido orégano y los estadounidenses sin excepción nadarán en la abundancia en la que él se crío.


A Donald Trump no le gustan los molinos de viento, ni las pajitas de papel (en lugar de plástico) para las bebidas, ni que la cisterna del lavabo o las duchas sean de consumo reducido de agua, ni las bombillas de menor luz ni el secador de pelo con carga eléctrica controlada. A sus 79 años, eso de la sostenibilidad le parece un cuento de progresistas o lunáticos radicales de la izquierda, según su particular léxico.


Pocos productos representan mejor ese periodo de esplendor como la Coca-Cola. El presidente de Estados Unidos, tan dado a entrometerse en los hogares y tratar de regular o controlar los hábitos cotidianos de los ciudadanos, no podía resistirse a meter mano en la soda todavía más consumida en este país y cuyo nombre simboliza el imperialismo comercial de EE.UU.


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Fotografía publicada por la Casa Blanca en la que Donald Trump, aparece junto a un mensaje donde se puede leer “Tómate una Coca-Cola con Trump”, con su apellido grabado en la etiqueta de la botella @WhiteHouse / EFE


La empresa fabricante del refresco siempre ha alardeado de que su sabor es inimitable porque guardan con mucho celo el secreto de su fórmula. Aseguran que la receta está encerrada en una cámara acorazada, en los cuarteles centrales de Atlanta.


Si algo tienta a Trump es actuar en contra del sistema establecido. Así que, en un nuevo intento por dictar el curso de la actualidad, echó mano de su red social la noche del miércoles para comunicar que tampoco la elaboración de este popular producto está al margen de su poder.


“He estado hablando con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña real en la Coca-Cola y han aceptado hacerlo”, escribió. “Quiero expresa mi agradecimiento a todos con autoridad en la compañía. Será un buen movimiento para ellos. Ya lo veréis. Es simplemente mejor”, recalcó. Prometió, además, que esa caña de azúcar será de producción nacional.


Aunque lo vendió a bombo y platillo, sin que la empresa confirmase nada, a Trump no le afecta porque él bebe Diet Coke


Michelle Agnew, portavoz de la empresa, no confirmó esta decisión. En un comunicado señaló que agradecían el entusiasmo del presidente por la icónica marca.


“Próximamente se compartirán más detalles sobre las nuevas ofertas innovadoras dentro de la gama de productos de Coca-Cola”, matizó la portavoz.


En realidad, y pese a apuntarse el tanto, tampoco es tan original ni es pionero de nada. La compañía ya hace un refresco endulzado con azúcar de caña real. Se conoce como “Coca-Cola mexicana”.


Aunque también se elabora así en Australia, la MexiCoke fue ensalzada por los consumidores de culto de esta bebida gracias a que entraba en Estados Unidos “de contrabando”, mediante distribuidores independientes no autorizados.


EE.UU. copia a México: hace años que existe la Coca-Cola mexicana elaborada así


Pero, a partir del 2005, le empresa empezó a importar Coca-Cola desde México con destino al mercado de Texas y gradualmente la fue expandiendo por el país, y ahora se puede encontrar en muchos supermercados y bodegas de vecindarios donde se cuenta con una nutrida población hispana.


La nueva elaboración supondría sustituir el jarabe de maíz de alta fructuosa por la azúcar de caña. El derivado de la mazorca ha sido culpado en parte de la pandemia de la obesidad por el secretario de Sanidad, Robert F. Kennedy jr., cuestión que Trump no mencionó en su mensaje (acusación que Coca-Cola ayer negó). Tampoco explicó que Coca-Cola cuenta en EE.UU. con una variante creada con caña de azúcar para los judíos practicantes, que evitan el maíz y otros granos. Las botellas se distingue por sus tapas amarillas.


Como nunca llueve al gusto de todos, los agricultores que cultivan este cereal han puesto el grito en el cielo. “Reemplazar el jarabe de maíz por azúcar de caña carece de sentido”, replicó en un comunicado John Bode, presidente y director ejecutivo de la Asociación de Refinadores de Maíz. “El presidente Trump dice que está con los trabajadores estadounidenses, pero este reemplazamiento costará miles de ocupaciones en el sector alimentario”, sostuvo. (BV)


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